jueves, 17 de septiembre de 2009

GRANDES CANTANTES DEL VALLENATO



El 16 de junio de 1976, es una fecha que debe quedar en la memoria de los amantes y estudiosos del Vallenato. Ese día, se protocolizó una de las uniones más productivas y trascendentales dentro de la música Vallenata.

Rafael Orozco venía de grabar exitosamente con Emilio Oviedo e Israel Romero había debutado con triunfo, al lado de Daniel Celedón. Sus grabaciones guardaban el formato ya establecido por Jorge Oñate, los Hermanos López, "Colacho" Mendoza y los Hermanos Zuleta, quienes eran los principales difusores del "Vallenato puro" por esa época. Orozco había impuesto los temas: "Cariñito de mi vida", "Presentimiento" y "Adelante". Israel, había pegado: "Amanecemos Parrandeando" y "Digan lo que digan".

Rafael Orozco estudiaba en Barranquilla al igual que Israel, pero fue un grupo de amigos, incluyendo a Fernando Meneses y a Lenín Bueno Suárez, quienes hicieron los primeros acercamientos. En casa de Lenín, el día de su cumpleaños, se escogió el nombre del grupo y arrancaron formalmente como conjunto vallenato. El primer trabajo fue elocuente "La Creciente", "Bonito amor", Momentos de amor", se convirtieron en himnos. La suerte estaba echada para el vallenato: Apareció una voz diferente, suave, y que será capaz de darle una fuerza inusitada hasta ese momento al vallenato lírico. Surgió una nueva tendencia para tocar el acordeón, al mezclarse los estilos de Luis Enrique Martínez y Alfredo Gutiérrez, para igual matizar cuando fue el caso con el vallenato sentimental o con "El Criollo" a la hora de tocar paseos y merengues vallenatos





Los hermanos Poncho y Emilianito Zuleta son parte de la familia musical más prolífica y de mayor influencia en el desarrollo del vallenato. Luego de tres décadas, Los Zuleta como se les llama cariñosamente son preferidos por los colombianos de todas las edades y estratos sociales se les reconoce como máximos exponentes del auténtico vallenato..
LOS ESTUDIANTES:

En 1964, cuando Emiliano Zuleta Díaz ganó una beca para terminar su bachillerato en Tunja (Boyacá), él y su hermano Poncho solo eran dos muchachos que parrandeaban con sus amigos en Valledupar. Tomás Alfonso era cajero en parrandas con Carmencito Mendoza, Colacho Mendoza y Ovidio Granados, entre otros y al Ilevrselo Emilianito a estudiar a Tunja le tocó cantar para ayudarle a El Baro como le Ilama la Vieja Carmen Dúzz desde niño al formidable acordeonero.

Allí empezó a conformarse una dupla que cada vez armonizaba mejor. Poncho siguió desplegando su espíritu parrandero y humorista. Cuentan que una noche en Tunja, amaneció parrandeando con su comapañero Rubén Espeleta, montado en el caballo de Bolivar al cual enmaicenaron... Poco tiempo después, ya con una voz muy reconocida, se ganó de boca de Hector Arzuaga el apelativo de El Pulmón de Oro. Otros compañeros de esas época fueron Carlos Ariza Guerra y Julio Lozano.







Diomedes Dionisio Díaz Maestre nació el 26 de mayo de 1957, en la cuna de su humilde familia, jamás pasó por la mente de Rafael María, su padre, que aquel pequeño se convertiría en el cantautor más representativo del folclor vallenato. Pero poco a poco el pequeño primogenito de los Díaz Maestre iría desarrollando ese interés y esa capacidad hacia la música sin pensar que aquello significaría su futuro.

Hijo de padres trabajadores, Diomedes siempre tuvo la intención de agradecerles el sacrificio que ellos conjugaban diariamente para sacar adelante aquel numeroso hogar. Por aquella razón, el pequeño muchacho colaboraba con las labores de sus padres en el campo y en el mismo hogar, naciendo en él la idea de salir adelante.



Hijo de La Junta, corregimiento de San Juan del Cesar, en el sur de la Guajira, Diomedes nació en las agrestes tierras de una finca llamada Carrizal, un domingo a las siete de la mañana. Y en aquel pequeño pueblo recuerdan sus amigos cercanos que por 1974, cada vez que se organizaba una parranda vallenata se "colaba Diomedes", quien no era invitado para evitar que "dañara la fiesta" con su estridente voz que le ganó el apelativo de "El Chivato", por cuenta de otro amigo entrañable, el guacharaquero llamado "Piyayo".

EL VALLENATO Y SU HISTORIA

Lo que hoy se conoce como folclor Vallenato nació en las sabanas, caminos y pueblos perdidos de la Costa Norte de Colombia.
Su difusión se le debe en sus principios a los moradores de la región, que aún sin tener una preparación académica de acordeón, aprendieron a amansarlo para acompañar a los instrumentos de percusión que ya dominaban, y que les servía de fondo y de acompañantes para exteriorizar todos los demonios que tenían dentro en forma cantada, para entregar un recado, para dar una mala noticia o confesar sus amores.
Dagoberto Puello afirma en su Historia del vallenato que “con muy contadas excepciones, aprendieron a tocar (interpretar) el acordeón, pese a desconocer en absoluto las notas del pentagrama musical. Su aprendizaje se hacía por "oído" y practicaban a diario, bien en el cambuche (Rancho) de su huerta (también la llaman rosa) o en el extenso patio de la casa en los pueblos”.
Francisco "El Hombre", cuyo verdadero nombre era Francisco Moscote, era un “mensajero” que hacía la ruta entre los pueblos de las sabanas del Cesar y La Guajira a lomo de burro, llevando las noticias y recados al pueblo donde llegaba, que le entregaban en el pueblo que acababa de visitar. Llegaba al centro del pueblo, en la plaza, y comenzaba a tocar su acordeón y a cantar las noticias y las “razones” que le interesaban a la gente que al escuchar las notas del acordeón de Moscote, salían corriendo para la plaza a ver si las noticias cantadas traían alguna esperanza de algún familiar del que no tenían noticias.
Cuenta la tradición que en una de su corredurías, Francisco Moscote se encontró en el camino con el mismísimo Diablo, quien lo retó a tocar el acordeón, a ver cual de los dos lo hacía mejor, la leyenda dice que Moscote le ganó al Diablo tocándole el “Credo” al revés, y como la contienda fue debajo de una palmera, ésta quedó chamuscada cuando el Diablo se fue vencido y mal geniado. Debido a todo lo anterior, se asigna a Francisco Moscote como el precursor de la música vallenata.
El acordeón encontró buena acogida en las clases populares donde se convirtió en pieza fundamental para las parrandas. Naciendo entonces ritmos que el pueblo bailaba acompañados por la música de acordeón, como el chandé, el pajarito, la colita y otros más. Otros ritmos que en las sabanas de Bolívar y Sucre se interpretaron con este instrumento sonoro, fueron El porro y la Cumbia.
Las canciones que se escuchaban en esa época, eran interpretadas con guitarras, y maracas. Tal vez parodiando a las grandes agrupaciones musicales de las Antillas, que eran aceptadas a gran escala en todas las clases sociales. Pero cuando el acordeón entró a reemplazar a la guitarra o a acompañarla, se consiguió una tonalidad musical que fue aceptada por un grueso número de pobladores.
Las agrupaciones que nacían se caracterizaban porque el acordeonero era el mismo cantante y se hacia acompañar de una caja y una guacharaca. La primera que es un tambor pequeño con cuerpo de madera tallado en su interior y con un parche que para entonces era de cuero, primordialmente de "Cuero é Chivo"; algunos cajeros utilizaron Cuero de Perro, siempre buscando una mejor sonoridad. Hoy en día La Caja posee un cuerpo bien moldeado y su parche es especial, se utiliza el plástico. La guacharaca se hace de una mata (arbusto) que se conoce con el nombre de "lata de púas". Se corta un trozo de unos treinta a cuarenta centímetros y se le saca el centro del tallo que es blando, quedando como una canal. En su "lomo" se tallan varias ranuras, que al ser frotadas con un trinche especial de metal, produce su sonido característico. En la actualidad ha sido reemplazado por los de metal, siempre buscando un mejor sonido, pero en el Festival Vallenato se exige el de madera. Su nombre proviene de un ave que en la Costa Atlántica, canta en las serranías y que es "ave de buen agüero" para los campesinos, su canto se asemeja un poco al sonido de ésta. Es el único instrumento autóctono con que cuenta la música de acordeón, ya que los otros son foráneos: El acordeón es de origen Alemán y la caja de origen Africano.
La historia narra que cuando la plena bonanza de la Zona Bananera en el Departamento (provincia) de Magdalena, allí se reunían los jornaleros de todas la regiones a trabajar con la Compañía Frutera de Sevilla como cortadores, labradores y transportadores del banano de exportación. En los campamentos nacían nuevas amistades, la primera pregunta que le hacía a quien se acababa de conocer era: “y usted de donde es compa”..?. La respuesta era de acuerdo a la región de procedencia. Yo soy Bolivarense, yo soy Guajiro… Yo soy nato del valle...Esta última era utilizada por los oriundos de Valledupar, quienes querían decir que eran nativos del Valle. La descomposición de esta frase dio origen al termino "VALLENATO", que luego fue adaptado a la música de acordeón de aquella región. Empezaron algunos conjuntos a utilizar el término. Pero el termino Vallenato también era despectivo. Se les aplicaba a aquellas personas que tenían manchas blancas en su piel (vitiligo) y se consideraba una enfermedad de la clase baja.
Uno de los escenarios donde empezó a codearse el vallenato con la música que escuchaba y bailaba la burguesía -valses, mazurcas, canciones napolitanas- fue en el de las colitas. Era este el nombre que recibían las «colas» o finales de fiesta de la clase adinerada: bodas, bautizos, cumpleaños, festejos religiosos... Durante el sarao, mientras los señores se divertían con la música europea que interpretaba una precaria orquesta provinciana.
Algunos investigadores, como el expresiente López Michelsen, afirman que estos remates de fiesta fueron el pabellón de maternidad del vallenato, pues combinaron ritmos europeos y nativos: entre ambos dieron a luz los aires vallenatos. “Las colitas son el ancestro directo del vallenato moderno”, afirma el expresidente colombiano